El mes pasado, en una de los espacios digitales[1] dedicados a temas de Sestao, apareció una fotografía en la que se mostraba el derribo de uno de los edificios de Chávarri -hoy Txabarri- como consecuencia del plan urbanístico que afecta a la zona “GRUPO OQUILLO y TXABARRI-EL SOL”. Una de las intervinientes en el debate se quejaba de que derribasen edificios de 50 años con la escasez de viviendas que hay en el pueblo. Lo último puede ser cierto, lo primero no, ya que los edificios condenados a la demolición vieron pasar completo el siglo XX; es decir, franquean de sobra los cien años. En uno de esos edificios de Txabarri nació Mari Carmen Lestón[2], una de las colaboradoras de este espacio que nos cuenta ahora lo siguiente…
“Mi primo Jacin, mi hermano Juantxu y yo nacimos en el número 33 –hoy 31- de la calle Chàvarri,- la de la pulmonía- , que junto con los portales 27, 29 y 31 formaban un solo bloque[3]. En la parte posterior había un enorme patio cercado por un buen muro en el que se situaban dos refugios utilizados durante la guerra. El acceso a dicho patio se hacía a través de un “paso de carruajes”, a modo de arco de triunfo en cuya parte superior se puede leer el año de construcción: 1890. La vecindad era un conjunto de amigas y amigos que compartíamos casi todo.La ferretería de Daniel Etxebarria Echaniz –conocida como la del “Judio”- era un buen GPS para localizar la casa de mi abuela. ¿Quién no conocía la tienda mejor surtida desde Bilbao a Santurtzi? Además recuerdo la droguería de Ángel y Digna, los ultramarinos[4] de América, la sastrería de Feijó y la relojería ubicada a nuestra izquierda; eran una parte del comercio de la zona, sin contar los numerosos bares.
El piso de la abuela era muy grande: dos salas, tres alcobas, otra habitación mirando a la fábrica, despensa, baño, cocina... Por ello, podíamos jugar en casa cuando llovía, pero era mucho mejor hacerlo en Los Baños y sus alrededores, sin desdeñar los ratos en los descansillos de la escalera. Cualquiera de las "amatxus" del edificio nos sacaba la merienda para que continuáramos divirtiéndonos.
Las puertas se abrían con una cuerda que salía por un orificio practicado junto a la cerradura y, si nuestra familia no se encontraba en casa (muy rara vez), podíamos esperarla en el domicilio de cualquier vecin@. Todo era comunitario. Los aldabonazos hacían las veces de los actuales porteros automáticos y las avisadoras pregonaban las esquelas. Además, mi abuela[5] ayudaba a que las criaturas nacieran y también despedía la vida amortajando a quienes se iban.
Enfrente estaba la Escuela de Artes y Oficios donde aprendíamos francés, inglés, dibujo, pintura, mecanografía,... Detrás los hornos de A.H.V. Cuántas veces los trabajadores de esta fábrica nos visitaban para conocer los desperfectos que las explosiones habían producido en nuestra casa: cristales rotos y grietas en techos y tabiques.
Garaizabal[6] y su txistu nos levantaba los domingos y nos recordaba que a las 9'30 era la Misa en el Patronato. Ahí, en ese edificio y su patio con frontón, transcurría mucho de nuestro tiempo: catequesis, cine infantil, teatro, scouts...
La calle Rivas y su prolongación Chavarri –hoy Txabarri- se construyó entre 1850 y 1859 asentada en el Camino Real de Portugalete a Burceña. Sobre ella, por su proximidad a las fábricas que iban surgiendo en su entorno, tuvo lugar la desaforada edificación de viviendas, muchas de ellas para ser alquiladas por habitaciones.Para entender la desmedida construcción de viviendas en Sestao a partir de 1880 hay que considerar algunos datos:
- En la década de 1840 se producen unos 14 bautizados por año. En 1885 unos 160 y en 1895 casi 500.
- En 1880 hay 10 matrimonios en Sestao; en 1890, 76.
- En 1860 Sestao tiene 361 habitantes[7]; en 1877, 1.077; en 1900, 10.833.
- En 1879 comienza la producción la fábrica San Francisco de Mudela[8], en 1888 Astilleros del Nervión[9], en 1882 La Vizcaya[10], en 1890 la Aurrera[11].
- En 1879 se edifica la Casa Consistorial, en 1888 el Matadero, en 1889 la Escuela de Urbinaga, en 1883 el alumbrado público, en 1871 la conducción de aguas y en 1889 el Hospital-Asilo.
Todas estas circunstancias motivaron el déficit de viviendas baratas para las clases obreras. Para paliarlo, a medida que el Ayuntamiento iba urbanizando determinadas zonas, la iniciativa privada iba construyendo casas de alquiler siguiendo la alineación de las calles, sin tiempo para aprobar planes de ensanche urbanístico. La edificación era de cuatro o cinco alturas. Conforme aumentaba la altura de la vivienda, disminuía la escala social de los moradores.
Son de la última década del siglo XIX, además de los mencionados en la narración de Mari Carmen Lestón, los portales nº 8 a 12 de la calle Rivas y 39, 45, 69, 85 y 87 de Txabarri.
Como no pretendemos cansar al amable lector, citamos algunos comercios y lugares emblemáticos –muchos ya desaparecidos- y después ponemos el punto y final.
El colegio del Patronato, el cuartel de la Guardia Civil, la escuela de Aprendices de AHV, la sastrería Doueil, la librería de Esparza, la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, la imprenta Bayo, la plaza de los Tres Concejos y la Venta del Gallo, confluencia de Txabarri con la cuesta de La Iberia –otro día lo dedicaremos completo a esta emblemática arteria urbana de Sestao-. En las cuatro esquinas, la antigua Biblioteca –luego Juzgado- el Matadero, la farmacia Ellacuria y la Caja de Ahorros Vizcaína. Si continuamos hacia Portugalete, el Bar Submarino y la casa Grande
[1] “Sestao en el recuerdo”, “No eres de Sestao, si no…”, “Sestao(T)arras”, “Sestao, nuestro querido pueblo”, “Albiz-Sestao”, “Sestao ayer”,…Fuentes e información -> BIBLIOGRAFÍA
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Txabarri es la prolongación de la calle Rivas, ambas asentadas sobre el primitivo Camino Real de Portugalete a Burceña. Aquí se puede leer un breve resumen de la vida alrededor de la caller Txabarri.